miércoles, 30 de abril de 2025

El secreto y no

  

1. La fascinación que provoca el secreto es evidente en todos los campos que abarca la existencia. Es lo que trata de sugerir y de evaluar Claudio Magris en El secreto y no (Anagrama, 2017), abriendo un abanico de temas que van desde lo personal a lo literario, desde lo político a lo religioso. Es el misterio que evoca el secreto en nuestras vidas. Hay, por lo demás, en el análisis de Magris, una especie de identificación personal con el tema: “Ser secreto para los demás duele y al tiempo conforta”, escribe Magris como si estuviese hablando de sí mismo, duele por la incomprensión ajena, y conforta “porque ayuda a atravesar la soledad de la existencia”. Inmerso en esta soledad existencial, acentuada tras el fallecimiento de su esposa, Marisa Madieri, el escritor busca el acercamiento apropiado para poder reflexionar sobre estos misterios, segreti, evocados en el título original del libro, en italiano. Esta visión personal del tema en cuestión está acentuada por el carácter del escritor, está relacionada con la vida individual, con la “humanísima defensa de la propia libertad”, de un espacio acotado para el propio individuo, o, dicho de otro modo, tal como sugiere el autor, se trata de la “defensa de la dignidad de la persona y de su intimidad, de su verdad interior”. Hacia este punto fluyen todas las argumentaciones, hacia la búsqueda de la libertad interior, el único secreto, el único misterio que no requiere ser desvelado, descifrado.

2. El secreto, como se sabe, es poder en el terreno político, está relacionado con la imagen de poder. “El poder necesita siempre el secreto”, escribe Magris. En este ámbito, el secreto es algo que debe permanecer sellado y que sólo puede salir a la luz cuando ya no puede ejercer ninguna influencia política, cuando ya no tiene nada que decir en la vida social. Magris no elude señalar algunos de estos secretos políticos. Son, en realidad, nombres relacionados con la Risiera di San Sabba, en Trieste, el fatídico horno crematorio, nombres vinculados al asesinato de Kennedy y nombres, también, anclados en el proceso iniciado contra Jesús. En el ámbito sagrado, en cambio, entramos en otra dimensión, porque el secreto conduce al misterio, un camino que sólo pueden conocer los iniciados y que no puede ser desvelado, porque hace referencia al mayor misterio de todos: la muerte y el renacimiento a la vida. En el centro de esta visión religiosa que, básicamente, es casi exclusiva de la antigüedad, se encuentran los misterios de Eleusis, con una jerarquía que rige y administra el culto, y que está asociada a dos grandes familias de Atenas. Lo verdaderamente interesante es comprobar cómo esta visión ha degenerado con el paso del tiempo, tal como señala certeramente Magris, pues esa jerarquía en el culto, que en principio estaba en manos de algunas familias aristocráticas atenienses, ha desembocado en distinciones sociales muy fuertes en los cultos mistéricos modernos o en ciertas vinculaciones a ideologías fascistas, como en el caso, no eludido por el autor, de Mircea Eliade. Aquí, Magris encuentra un salto cualitativo, diferencial, enorme, entre la verdad de los antiguos misterios y la mistificación del secreto que tiene lugar en la recuperación del culto irracional de los misterios en el siglo XX. La diferencia es evidente: la simple vida, o, dicho de otro modo, “el insondable, cautivador, profundo misterio del ser sencillo y cotidiano de la vida de cada día”, que representa el auténtico espíritu religioso, implícito en los misterios antiguos, ha dado paso a una suerte de banalización que acontece en la denominada cultura misteriosófica y que pone en evidencia lo oscuro, lo secreto, todo ello relacionado a su vez, por supuesto, con el principio de autoridad.

3. Es curioso observar que Magris también se entrega a la presencia del secreto en la literatura, y en el caso concreto de las novelas de Javier Marías, que Magris parece apreciar mucho, explica cómo el secreto se convierte en un mecanismo literario, porque, a veces, sólo cuando ha acabado un trabajo literario el verdadero escritor, así lo define Magris, es consciente de que “ha afrontado la ambigüedad del secreto, su revelación y su custodia”, porque, efectivamente, el secreto es un misterio que, en ocasiones, debe ser desvelado, mientras que en otras ocasiones debe permanecer tal como es, como algo que no debe ser descifrado. Finalmente, es curioso observar, también, que Magris acaba el breve y hermoso ensayo sobre el secreto con una nota de humor, contando una pequeña travesura contenida en las maldobrie triestinas, es decir, en los relatos humorísticos de una cultura italo-eslovena y un dialecto triestino prácticamente desaparecidos. Quizá, tal como señala Magris, conviene no tomarse demasiado en serio el secreto.