martes, 30 de abril de 2024

Diario de un hombre de cincuenta años

 

1. Un hombre de cincuenta y dos años ha retornado a Florencia, después de un cuarto de siglo, para comprobar que la ciudad sigue siendo la misma. Escribe un diario en la primavera de 1874, para anotar sus sensaciones. Trata de recomponer un amor de juventud, “lo que podría haber sido” su vida de estar junto a ella, junto a la condesa Salvi. Todo en Florencia sugiere el recuerda de ella: el palacio Strozzi, los jardines Boboli, la Madonna de la silla, la capilla Medici en la basílica de San Lorenzo, la galería de los Uffizi. Pero, desgraciadamente, ya sólo quedan esos recuerdos, esas imágenes que sobreviven en algún lugar de la memoria, porque la condesa Salvi, habiendo fallecido diez años atrás, ya no está entre los vivos. En Diario de un hombre de cincuenta años, nouvelle publicada por Henry James en 1879, la nostalgia se ha apoderado del protagonista, un hombre que reconoce haber llevado una vida demasiado seria y que se pregunta por qué no se ha casado en un tono que se antoja autobiográfico. Ahora bien, el azar permite que este individuo nostálgico y apesadumbrado entre en contacto con un joven inglés, que es su viva imagen y que le trae a la memoria aquellos días en que deambulaba por Florencia veinticinco años atrás, enamorado de la encantadora condesa Salvi. Estamos aquí ante una situación que parece repetirse, reproducirse, porque Stanmer, el joven inglés, anda enamorado de la condesa Scarabelli, a su vez la viva imagen de su madre, la condesa Salvi. Los gestos y actitudes del protagonista y su antigua amada, la condesa Salvi, se reproducen ahora en el joven inglés y la condesa Scarabelli.  Además, las similitudes entre el narrador y Stanmer son desconcertantes: aman la pintura, sobre todo la pintura primitiva florentina. Es como si la vida ofreciese una segunda oportunidad al protagonista en la figura de un joven inglés. Es el pasado que vuelve, que se reproduce.

2. Henry James aprovecha la dualidad implícita en todas las situaciones para llenar el vacío que ha dejado el paso del tiempo. Por eso, sospechamos que, cuando la condesa Scarabelli se presenta como “una hechicera”, una artista, una actriz, una mujer coqueta llena de gracia e ingenio, el narrador está desvelando cómo era la condesa Salvi, porque madre e hija “se parecen como dos Madonas de Andrea del Sarto”. La analogía se convierte así en un camino hacia la sugerencia. La infinita perplejidad y el profundo sufrimiento del narrador acechan al joven Stanmer, pero también el riesgo que supone cortejar a la condesa. Pero es tan hermoso dejarse llevar por la coquetería de una mujer, por la ilusión que provoca la belleza y la inteligencia. “Ser joven y ardiente”, escribe James, “inmerso en la primavera italiana, creyendo en la perfección moral de una mujer hermosa”, es decir, dejarse arrastrar por la esperanza, por una ilusión que se sabe falsa.

3. El narrador -quizá el propio James- es un hombre que vive en el pasado, en galerías, en viejos palacios, en iglesias. Sufre una cierta incapacidad para vivir y disfrutar el presente. Habría sido capaz de dejarlo todo por la condesa Salvi, pero al final, indignado con ella y salvado por un instinto, había decidido dejar Florencia. Pero el tiempo sitúa todo en su justa medida. Es entonces, mientras repasa su historia contemplando su reflejo en el joven Stanmer y en la condesa Scarabelli, cuando percibe el gran error que ha cometido, la oportunidad que la vida le ha concedido y que no ha sabido aprovechar. Porque, a fin de cuentas, para ser justos, la vida te ofrece la posibilidad de ser consciente de los errores cometidos, porque el tiempo y la memoria son implacables. El pasado está ahí, acechando, como un peligro cercano, y al final siempre vuelve, porque en ese pasado se configura el sentido moral de la historia. El inquietante miedo a la verdad y el misterio que presiden la novela se compaginan, finalmente, con el recuerdo de la revelación: el camino iniciático hacia la belleza. La primera vez que se visita Italia, recuerda el narrador, “es una revelación”, “es una introducción a la belleza”. Cuando se vuelve a Italia la belleza sigue estando ahí.

  

 

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