lunes, 30 de junio de 2014
El absurdo fin de la realidad
Publicada por
Ediciones Irreverentes en 2013 y ganadora del Primer Premio 451 de novela de
ciencia ficción, El absurdo fin de la
realidad es una fantasía teatral construida de forma modélica por el escritor
murciano Pedro Pujante. En primera persona, como si se tratase de un relato
autobiográfico, el protagonista de la historia cuenta los acontecimientos que
se suceden en Orentes, un pueblo ficticio de la costa murciana, tras llegar la
noticia de la inminente presencia en la villa de un ovni procedente de otra
galaxia. El narrador de la historia es a la sazón el escritor del pueblo y se
apresta rápidamente a elaborar un discurso de bienvenida a los alienígenas. El
punto de partida de la narración recuerda de forma muy evidente Bienvenido, mister Marshall, la película
parcialmente escrita por Mihura, más aún cuando bien avanzada la historia
leemos que los habitantes de Orentes se preparan para el evento y realizan
sus peticiones al alcalde en la plaza mayor del pueblo. La novela, pues,
funciona como relato de ciencia ficción, con sucesos que van alterando la
fisonomía y la vida de Orentes, pero además se presenta como ejercicio
literario, como proceso de construcción de un discurso que parece sólo afectar
a la mente del protagonista.
Desde el principio de la novela
sabemos que el personaje principal sufre una especie de extrañamiento. En medio
de la monótona existencia de Orentes, el escritor se siente un extraño en su
pueblo, un ser solitario, anónimo y sin orígenes que se identifica con El extranjero de Camus. Aunque se define
como una persona asocial, de índole pacifista, que reniega de su raza y de su
pueblo, proclamándose prácticamente un extraterrestre, conviene recordar
también que a lo largo de la narración el escritor va identificándose
progresivamente con distintos personajes, como si tuviese múltiple
personalidad, como si fuese al mismo tiempo alcalde, falsificador, impostor y
un sinfín de cosas más. La mayor parte de la novela se desarrolla en función de
los devaneos intelectuales de este personaje, lo que permite al autor
ejercitarse en la reflexión filosófica y literaria, y construir un discurso
metaliterario no exento de una fina ironía.
La narración principal en El absurdo fin de la realidad da un giro
cuando hacia la parte final del relato se produce una suerte de regresión
temporal, un salto hacia atrás en la historia, de tal modo que empiezan a
repetirse los mismos hechos que han acaecido en los últimos tres meses. Ahora
bien, estos acontecimientos se desarrollan con variaciones, hasta el punto de
que los personajes tienen una especie de segunda oportunidad. La historia se
escribe otra vez, pero de forma diferente. Los turistas ya no pueden acceder al
pueblo para contemplar el espectáculo, es decir, la llegada del ovni, porque
una especie de muro rodea la villa dejándola incomunicada. A partir de este
giro dentro de la historia, la novela parece tornarse más cercana al lector,
más hilarante, más narrativa y menos metaliteraria.
Más allá del núcleo
central que compone la historia, El
absurdo fin de la realidad brilla como disertación filosófica y literaria.
Da la impresión de que Pujante ha construido un discurso con las lecturas que
han forjado su formación. La referencia a Vila-Matas, que parece el punto de
partida, da paso a una tradición que enlaza Kafka con Borges. Los temas que
sugiere Pujante en la novela no dejan lugar a dudas. El deseo de ser otro que
experimenta el protagonista, el tema del doble, la soledad que sentimos en
nosotros mismos, la práctica literaria que introduce al autor dentro de su
propia obra, la defensa de la teoría de la multipersonalidad, la deconstrucción
de la memoria, la escritura como autobiografía, la impostura y la falsedad en
el relato, y la cuestión de la búsqueda son ideas y obsesiones que conforman el
universo literario del autor. No faltan tampoco las notas de ciencia ficción y
fantasía, las alusiones a grandes clásicos desde Crónicas marcianas a Solaris,
los comentarios y análisis de libros de autores contemporáneos, desde Sebald a
Cormac McCarthy, las referencias cinematográficas a directores todavía vivos,
como Allen o Burton, la presencia de microrrelatos y pequeñas historias, y,
quizá, breves apuntes autobiográficos, como cuando el autor habla de la lectura
de tebeos en la infancia o de su afición a la literatura romántica en la
adolescencia. Todo esto, en definitiva, configura un tejido literario que,
unido a la descacharrante historia de la llegada de un ovni, nos hace dudar si
la experiencia es vivida o soñada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hola, Pedro, al fin he encontrado tiempo para leer "La extraña victoria", un relato ciertamente conmovedor que, pese a algunos momentos cómicos, ha llegado a hacerme sentir verdadera desolación. Lo leí casi de un tirón, no pude dejarlo. Mi felicitación atrasada. Y espero que tu mala salud de hierro no te proporcione más incomodidades de las habituales.
ResponderEliminar