viernes, 29 de noviembre de 2024

Trieste. Una ciutat a plec de mapa

 

1. Trieste. Una ciutat a plec de mapa (Edicions Universitat de Barcelona, 2024) prolonga el empeño de Joan Benesiu por circunscribirse a un tema perseguido, anhelado, a saber, el círculo de escritores de Trieste, como si el propio autor formase parte de ese dorado círculo, como si la gloriosa generación que se inicia con Italo Svevo y culmina, hoy en día, con Claudio Magris, diese aliento a su propia obra, a su manera de ver y entender el mundo. No es casualidad, pues, que el ensayo sobre Trieste escrito por Benesiu se presente, sobre todo, como un libro sobre la imagen de la ciudad en la literatura triestina. En la introducción a Trieste, sin ir más lejos, el autor sugiere que una ciudad no es estrictamente una ciudad, ni siquiera su historia, es algo más que se percibe en el mito construido a partir de su literatura o, incluso, en el mito fundacional, como es el caso de Trieste con un origen vinculado al viaje de los Argonautas. Por eso, Benesiu ha decidido adoptar el punto de vista de los escritores triestinos, definiendo su Trieste como una “breve y limitada excursión por la ciudad y una parte de su literatura”. Desde las primeras páginas del libro queda claro, pues, que la triestinità es un mito elaborado por los escritores triestinos, es una visión que cada escritor posee sobre la ciudad. El autor habla, en este sentido, de “topos literario” y “ciudad-idea”. Además, en todos los escritores triestinos, de una forma u otra, aletea el tema de la identidad, quizá porque lo que se busca es lo que Giani Stuparich ha denominado “la scoperta poetica dalla nostra anima triestina”. En este esfuerzo redoblado por descubrir, también, el alma de la ciudad, Benesiu se hace eco en su Trieste de un tema muy peculiar en la literatura triestina: “la melancolía preventiva”, algo así como una sensación de pérdida anticipada. Esta melancolía, a veces, da lugar a una “triestinità bianca”, una imagen “llena de luz, de vida y de una cierta ingenuidad”, que se aprecia tanto en Scipio Slataper como en Giani Stuparich; pero también la melancolía provoca, en ocasiones, visiones de pérdida, de muerte, sobre todo a través del suicidio, de falta de aptitud ante la vida, de nihilismo, que se dan tanto en la literatura como en la vida triestina. El suicidio se convierte así en un tema recurrente que se desenvuelve en la literatura triestina y en la vida de la ciudad, vinculándose a los grandes escritores y artistas. Benesiu habla, en este sentido, de la condena triestina, la dannazione, como una suerte de tragedia que atrapa a los autores de Trieste.

2. En su primera vista a Trieste en 2014, Benesiu se deja sorprender por la herencia austríaca y eslava en la ciudad, por la difícil, aunque amable, convivencia entre culturas. Esta visión de la mezcla de culturas en un lugar de frontera que busca su identidad tiene resonancias personales que entroncan con la propia experiencia del autor. Así, por ejemplo, cuando habla de la formación de Italo Svevo, de su dominio de la lengua alemana y de las dificultades para desarrollar una plena carrera literaria en lengua italiana, Benesiu reflexiona sobre su propia formación en lengua castellana y cómo esto ha podido influir en su forma de afrontar su carrera literaria en lengua catalana. Es el problema de las zonas fronterizas donde confluyen las lenguas. Ahora bien, Benesiu tiene claro que, en el momento en que se va configurando la triestinità en la literatura, la identidad eslava queda un poco fuera de la ecuación, como al margen. Y esto nos lleva todavía más lejos, cuando el propio autor percibe en Slataper una cierta ambigüedad, reivindicando “una ciudad con dos almas”, italiana y austríaca, evidentemente, y, al mismo tiempo, defendiendo la necesidad de una Trieste italiana, pero conservando su “carácter heterogéneo y multicultural”. Inevitablemente, el confrontamiento de culturas en la historia de Trieste conduce al autor hacia una de sus grandes obsesiones, bien palpable en sus novelas: el fascismo. De hecho, entre los hitos históricos de la ciudad, Benesiu considera que el incendio de la Casa del Pueblo esloveno en Trieste por parte de los fascistas en julio de 1920 es “el acto fundacional de la barbarie fascista en Italia y, por tanto, en Europa”. También insiste, en el mismo sentido, en la italianización de la población eslovena, que tiene lugar, por obra de la presión fascista, una vez acabada la primera guerra mundial, y no deja de mencionar el hecho de que, entre 1943 y 1945, la República Social Italiana se convierte en un destino apetecible para dirigentes de campos de exterminio de la Europa del este. En realidad, Benesiu acude a los libros de Boris Pahor para mostrar la situación deprimente de la población eslava, pero también para hacer hincapié en los horrores del campo de exterminio de Trieste: la Risiera di San Sabba. Y tampoco se olvida de señalar, junto a la violencia fascista, el horror causado por las tropas de Tito, los partisanos que toman la ciudad durante cuarenta días en 1945, y el destino de miles de italianos emigrados de Istria a Trieste. Este panorama histórico, deslizado al hilo del estudio de la literatura triestina y en el que se hace hincapié, sobre todo, en las miserias del fascismo, desemboca en el presente, en el destino de una Europa que parece perdida, o al menos desorientada. Por eso, hoy en día, resulta fundamental “pensar qué significa ser europeo y cuáles son los límites y los problemas del continente, pero también cuáles son sus ilusiones”. Inmerso en un viaje personal a Trieste, a finales de 2019, el propio autor parece relacionar, en las reflexiones que cierran el ensayo, el destino de Trieste con la suerte de Europa, el malestar triestino con el malestar europeo, en un intento por dar solución a los grandes problemas que suscitan la emigración, el exilio continuo y el peligroso ascenso del neofascismo.     

 

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