domingo, 30 de agosto de 2015
Telefone sem fio
La editora Patuá
prosigue la publicación de la obra de la escritora brasileña Vera Helena Rossi
con la novela Telefone sem fio. La
protagonista de esta sutil y sugerente narración es Alma Pontes, una periodista
que sufre “el síndrome de supervivencia”. Atrapada en su obsesión por escribir,
envuelta en un cuerpo cada vez más cansado y dolorido, Alma Pontes cuenta su
historia en un intento de comprender los límites de la realidad y la ficción de
su propia vida. La escritura se presenta de este modo como una forma de
supervivencia, el único modo de redimir el pasado.
El relato tiene un sentido circular, envolvente. Vera Helena Rossi se
sirve de pequeñas anécdotas e historias –de acentuado carácter teatral- para
contar las peripecias de Alma Pontes desde su infancia. Un nombre tecleado en
el ordenador, Priscilla Figuereido, que aparece significativamente al principio
y al final de la narración nos retrotrae a la infancia de Alma. Desde el primer
instante, la escritora se inventa cosas, se imagina circunstancias inéditas,
transforma la realidad. Por eso no acertamos a vislumbrar con claridad donde se
encuentra la frontera entre lo real y lo imaginado ¿Es Priscilla Figuereido una
amiga de Alma Pontes? ¿O es tan sólo una creación de la periodista? Tanto da,
porque lo que de verdad importa es que a través de esta poeta de segunda fila,
nuestra protagonista aprende un juego infantil, el telefone sem fio que da título a la novela, un juego en el que como
todo el mundo sabe la mentira juega un papel decisivo. Porque de eso trata la
novela, de las mentiras que se incrustan en nuestras vidas emponzoñándolo todo.
Y la más vergonzosa de estas mentiras se manifiesta en el núcleo familiar,
empezando por una madre que muestra un falso interés por sus hijos y un padre
ausente que es sustituido por un amante de relleno. El libro en este sentido se
construye en base a una serie de pequeños secretos que nos va contando la
protagonista sobre su propia vida. Y el mayor de estos secretos es la relación
enigmática que Alma mantiene con su hermano Mauro. Los dos hermanos, siempre
solos y juntos a pesar de sus respectivas relaciones amorosas, parecen abocados
por el azar a lo que Rossi denomina una “soledad combinada”.
Da la sensación de que la historia
de Alma Pontes en realidad es la narración de una desorientación existencial,
el relato de una mujer que no parece encajar en la sociedad actual. El telón de
fondo que emplea Rossi son ciertos acontecimientos de la vida brasileña de los
últimos años del pasado siglo y los primeros años de la presente centuria, que
la escritora va puntualmente mencionando, sin énfasis alguno, como las fiestas
en que suena la lambada, las interrupciones de luz eléctrica del gobierno de
Henrique Cardoso o la elección de Lula como presidente. Pero lo verdaderamente
significativo es que Alma Pontes tropieza con la realidad. No parece encajar en
los diversos trabajos que realiza (en una tienda de cosméticos, como estudiante
en prácticas para un periódico, como periodista, como plañidera) pero tampoco
parece amoldarse a la vida familiar ni a los distintos amantes que tiene, ni a
sus amigos, ni siquiera a su marido. Alma Pontes se apega a su cuaderno de
notas y a su bolígrafo como únicos instrumentos de supervivencia mientras
desgrana su vida, dirigiéndose continuamente a los lectores, interrumpiendo la
narración, recordando, soñando con su pasado.
A veces, da la sensación también de
que la novela tiene un cierto tono autobiográfico, sobre todo cuando Alma
Pontes nos habla de su experiencia como periodista. Trabajando como estudiante
en prácticas para el periódico O Caso,
la protagonista comprende que no es posible escribir poesía, lo que pone en
evidencia acaso su desconexión con la realidad. “Siempre que reflexiono sobre
la deconstrucción de la realidad llego a la ficción”, responde Alma a
uno de sus profesores. Esta fina ironía, bagaje intelectual del personaje,
sirve generalmente como elemento distanciador ante una realidad asfixiante de
la que no hay forma de escapar. Telefone
sem fio nos susurra al oído, con delicadeza, la cruda verdad, la pérdida de
las ilusiones con el paso del tiempo, “o gosto amargo da irreversibilidade do
tempo”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Que belo ensaio sobre meu livro! Fico emocionada em lê-lo e relê-lo. A leitura é tão poética que me faz acreditar na poesia novamente, Pedro! Muito obrigada pelo sensível texto, a cada leitura descubro um fator novo no meu próprio romance. Abraços desde Brasil!
ResponderEliminarHa sido un placer la lectura del libro, Vera Helena. A veces descubrimos improvisadas ideas en lo que escribimos. Y las descubrimos demasiado tarde. Espero la llegada de tu nueva novela. Saludos desde este recodo literario.
EliminarSaludos. Notorius.