sábado, 31 de octubre de 2015
La rebelión de los inexistentes
En La rebelión de los inexistentes (Madrid,
Irreverentes, 2003), Juan Patricio Lombera traza el cuadro de una sociedad
futura en el año 2059. Tras el estallido de una guerra nuclear acaecida
cuarenta años atrás, algo así como una tercera guerra mundial, se ha
establecido como sistema político una especie de Estado Universal –un remedo
acaso de la globalización-, un mundo pacificado que da la sensación de ser un
espacio idílico y que ofrece una apariencia de normalidad. Tan sólo un grupo
violento que se autodenomina “Guerrilla del pensamiento para la liberación
universal” parece poner en jaque el orden establecido. En este clima de
aparente sosiego en el denominado Estado Universal se desarrolla la aventura de
Isidro Gálvez, una suerte de viaje que tiene mucho de descenso a los infiernos,
pues tras cometer una imprudencia el joven protagonista de la historia pierde
su empleo y es enviado a un campo de trabajo. Es entonces cuando empezamos a
percibir las fisuras que posee el sistema. Comprobamos que los parásitos de la
sociedad, los que no tienen empleo, son desterrados tras la celebración de un
juicio. Las desdichas del protagonista no acaban aquí porque, finalmente,
Isidro Gálvez pasa de estar en un campo de trabajo a un enclave inhóspito que
se denomina el desierto de los olvidados.
La paradoja radica en el hecho de que es precisamente a través de este
descenso a los infiernos cómo el protagonista logra recobrar la memoria
histórica, la conciencia de un pasado que le había sido arrebatado como
habitante del Estado Universal. En un poblado perdido Isidro Gálvez aprende las
costumbres establecidas en el desierto de los olvidados y se percata de que el
trabajo es considerado una necesidad ineludible únicamente para conseguir lo
imprescindible. La gente atesora tiempo libre. Isidro Gálvez enseña literatura
universal y, al mismo tiempo que empieza a recobrar los recuerdos, su visión
del pasado, que se limitaba a las narraciones orales de su padre, se transforma
conforme se ilumina su vida. Sólo poco a poco el protagonista va tomando
conciencia de que en realidad ha vivido en un engaño. Sólo entre los
desahuciados, entre los “inexistentes”, es capaz de recobrar la verdad de lo
acontecido en el pasado. Es entonces cuando se da cuenta de que su vida ha sido
una farsa.
La fuerza narrativa de la historia nos arrastra con el protagonista hasta
el punto de sentirnos identificados con esa idea. ¿Acaso el engaño en el que
vive Isidro Gálvez no es un remedo de la farsa en la vivimos todos en la
actualidad? ¿Acaso los inexistentes de la historia de Lombera no son los
olvidados de nuestros días? ¿Acaso el gobierno universal no es una metáfora de
la reciente globalización? Los inexistentes, en realidad, se rebelan únicamente
porque pretenden darse a conocer, sólo ansían entrar en la historia. El engaño
en el que vive el protagonista –y todos los habitantes del Estado Universal-
sirve para mantener el sistema y los privilegios de una minoría a costa de una
mayoría de pobres que son desterrados y olvidados en lugares aislados.
Metáfora del mundo actual, libro de
ciencia ficción, proyecto utópico, aviso apocalíptico, La rebelión de los inexistentes es una aventura literaria en donde
Lombera proyecta una visión crítica de la sociedad globalizada deambulando
entre el escepticismo y la esperanza, entre la farsa y la verdad.
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