martes, 31 de marzo de 2015
Historia griega 2
Exponente
principal de la tradición clásica oxoniense en la segunda mitad del siglo XX,
Oswyn Murray ha heredado de su maestro Arnaldo Momigliano el gusto por el
carácter problemático de la historia. En 1980 publica un libro, Early Greece (Grecia Arcaica, Taurus,
1986), en donde se plantean de forma ejemplar algunos de los principales
problemas de la historia de los pueblos griegos en sus etapas iniciales. En Early Greece, Murray escribe unas penetrantes páginas sobre el tema de la
alfabetización en Grecia, cuestión que considera axial en el desarrollo de la
racionalidad y en la formación de un enfoque crítico de la vida. Sugiere que la
escritura se difunde en Grecia entre 750 y 650 a . C, y que los primeros
poetas cuya obra fue consignada por escrito fueron Hesíodo y Arquíloco, o en
todo caso Homero. Murray piensa que la difusión fue rápida y amplia. Argumenta
esta generalización en base a los siguientes elementos: las temáticas variadas
de las inscripciones antiguas, la institución del ostracismo en Atenas a
finales del siglo VI a. C y el elevado número de inscripciones poéticas. Para
Murray “está probado que hacia el siglo V el ciudadano varón ateniense medio
podía leer y escribir”. Se muestra contrario, en este sentido, a la
teoría de una alfabetización restringida en los siglos VII y VI, aunque admite
la imposibilidad de certificar el número de ciudadanos alfabetizados y su
distribución en los distintos grupos sociales. Ahora bien, la cuestión
determinante de si la cultura griega es oral o escrita está matizada por la
ambigüedad del concepto de alfabetismo. Evidentemente, no es lo mismo dominar
el alfabeto que la lectura comprensiva de textos filosóficos o históricos. “Los
textos literarios” afirma Murray, “tenían una circulación restringida y eran
leídos sólo por una minoría, y la escritura rara vez era un modo de comunicación
normal o preferido, si era posible la palabra”. En cierta medida, este
planteamiento, que se me antoja coherente, debe mucho a las conclusiones
extraídas por J. Goody y I. Watt en su famoso artículo sobre las consecuencias
de la alfabetización en Grecia.
En la interpretación política de Murray el sentido de la eunomía, el buen gobierno, juega un
papel decisivo. Al hablar de la tradición espartana hace hincapié en la
importancia del mito, en la forma en que se emplea la constitución ancestral de
Licurgo, en la necesidad del pasado para justificar el presente. La eunomía, fundada sobre la constitución
original, “constituía el patrón inalterable al que apelaban todos los
espartanos”. En Atenas, la eunomía
soloniana establece un modelo de justicia social, una constitución
ancestral, que no excluye elementos que remiten a Tirteo y Esparta. La figura
del legislador se agranda por la necesidad de mantener un equilibrio entre las
demandas públicas del pueblo, demos,
y los apremios de la tradición, la fuerza de la costumbre, lo que convierte al
legislador en una especie de héroe semidivino. No es casualidad que la
valoración excesiva de la tradición que tiene lugar en Esparta haya ejercido
una gran influencia sobre Platón, y que los nombres de Licurgo y Solón atesoren
un valor ejemplar, paradigmático, en la obra platónica.
En las páginas que dedica al estudio de la economía como estilo de vida
en la época arcaica, Murray critica las interpretaciones que tratan de buscar
equivalencias entre las clases sociales y las actividades económicas, adaptando
categorías de época clásica a la etapa arcaica. Se tiende, pues, a establecer
un a priori que sitúa a la primitiva
Grecia en un estadio menos avanzado económicamente Esta concepción de un
movimiento lineal y unidireccional en la historia económica es, según Murray,
“típica del deseo del economista que quiere construir modelos o esquemas
teóricos de comportamiento”. Se dejan de lado así otros factores
influyentes que pueden conducir a una conclusión sorprendente, pues Murray
piensa que “en muchos aspectos Grecia y el área de comercio del Mediterráneo
estuvieron económicamente más avanzados en el período arcaico que en tiempos
posteriores”.
En Early Greece, Murray es muy
dado a realizar comparaciones históricas. Cuando estudia el tema de la
colonización griega llama la atención la forma en que relaciona la fundación de
Estados Unidos y el establecimiento del republicanismo con la dispersión de
colonias griegas por el mediterráneo y el derrumbamiento de los gobiernos
aristocráticos en Grecia. El historiador parece tener claro, en todo caso, que
la fundación de colonias ejerció una gran influencia en la transformación
política de las aristocracias durante el siglo VII a. C. En otro pasaje del
libro, la discusión sobre la influencia oriental en la teogonía hesiódica
permite a Murray una curiosa comparación del poeta tebano con el profeta hebreo
Amós, lo cual le lleva finalmente a concluir que la poesía de Hesíodo está
cercana al pensamiento del Próximo Oriente. Y cuando analiza las leyes de
Solón, se permite comparar el cercamiento de tierras en la Inglaterra del siglo
XVIII en vistas a una agricultura científica y la división subsiguiente entre
las clases terratenientes con la situación provocada por las reformas de Solón, que debió causar un cierto impacto entre los nobles atenienses que se aferraban
a los valores antiguos, generando una escisión entre la clase propietaria de
Atenas.
Lleno de sugerencias y escrito con un carácter problemático, como un
ensayo en el que se plantean dudas, problemas y cuestiones que afectan a la
primitiva Grecia, Early Greece se
cierra con unas páginas dedicadas a la guerra contra los persas. Siendo evidente que el conflicto marcó el fin de una época, Murray
escribe unas líneas sugerentes y extraordinarias que parecen alumbrar el mundo
actual: “La cultura griega había sido creada mediante el intercambio fructífero
entre el Este y el Oeste; esa deuda cayó ahora en el olvido. Una cortina de hierro
había descendido: el Este contra el Oeste, el despotismo contra la libertad;
las dicotomías creadas en las guerras médicas producirían su eco a través de la
historia del mundo y parecen continuar aún, ahora que el hombre revive viejos
caminos y descubre otros nuevos para atormentar su alma”. En este
caso, y con esto concluyo, la comparación de Murray parece tener un carácter
profético.
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