lunes, 30 de enero de 2012

Maxim Gorki

En un pasaje de Recuerdos de Tolstoi, Chejov y Andreiev (Barcelona, Nortesur, 2009), Gorki escribe lo siguiente: “Esta conversación la reproduzco casi al pie de la letra, la grabé en mi memoria y hasta me la apunté como muchas otras cosas que me asombraron”. La intención de Gorki es reproducir de forma exacta, en la medida de lo posible, sus encuentros con los tres maestros, describir detalladamente el carácter, la personalidad y el pensamiento de los personajes retratados. El acercamiento de Gorki a las figuras de Tolstoi, Chejov y Andreiev pone en evidencia su obsesión por los retratos literarios de hombres ilustres, por buscar la aportación de cada personaje a la vida rusa.
En la visión de Gorki, Tolstoi es un hombre atormentado por el pensamiento acerca de Dios, que a su vez se asemeja a un dios. “Parece un hombre que lo sabe todo y que no necesita aprender nada más”, dice Gorki a propósito del viejo maestro. Posee, además, una extraña sensibilidad hacia las formas lingüísticas y defiende el sentido popular de la poesía. Normalmente habla de Dios, del campesino, de la mujer, pero rara vez de literatura. Considera que Dostoievski escribe de manera fea, que Dickens es un escritor sentimental y parlanchín, y que Balzac es un genio. Es partidario de la sencillez en la escritura. Le encanta formular preguntas molestas y difíciles. Su “anarquismo” se fundamenta en el típico individualismo ruso. Pretende obstaculizar el camino de Rusia hacia Europa, manifestándose como un antieuropeísta. Su actitud inquisitorial respecto a la “doctrina” lacera, sin embargo, el espíritu de Gorki, porque para el gran maestro la única verdad es el amor a Dios. Pero Tolstoi es ante todo el “hombre de todos los hombres”. Su muerte sume a Gorki en una honda tristeza, siente una orfandad total, como si hubiera fallecido su maestro y padre.
Gorki presenta a Chejov como un hombre preocupado por la educación del pueblo, que siente vergüenza ante la situación deplorable en que se encuentran los maestros, auténticos indigentes, que malviven y carecen del respeto de la sociedad. Chejov es capaz de criticar fríamente a Rusia -“un país de gente codiciosa y perezosa a la vez” - y al mismo tiempo sentir compasión por el género humano. Gorki ve a Chejov como un fustigador de la vulgaridad y la mediocridad burguesas. También insiste en la importancia que el escritor ruso concedía al trabajo como fundamento de la civilización. “Sentía la poesía del trabajo”, escribe Gorki, y le molestaba la incapacidad de la gente para actuar, para mejorar el mundo.
Andreiev fue el único amigo de Gorki en el ambiente literario. Según Gorki era un hombre perezoso a la hora de escribir (“prefería hablar de literatura antes que escribirla”), que mostraba un cierto desdén hacia los libros y el conocimiento. Gorki cuenta cómo su visión del pensamiento y del ser humano era totalmente irreconciliable con la de Andreiev, notablemente más pesimista respecto a las creaciones del hombre. La soledad era la fuente de inspiración y de originalidad de Andreiev, que sufría dolorosos vaivenes de ánimo. Compartía con Gorki las críticas al modernismo y el interés por la política (en concreto su afinidad hacia los socialdemócratas bolcheviques).
Estos Recuerdos de Tolstoi, Chejov y Andreiev están salpicados de digresiones del autor en las que expone sus ideas, su forma de pensar y ver el mundo. En los años anteriores a la revolución, Gorki era consciente de que se avecinaba una guerra europea y que un gran cambio político podía tener lugar en Rusia. Sin embargo, seguía atesorando un “fundado escepticismo sobre el destino del pueblo ruso”. En definitiva, Gorki respetaba por encima de todo la inteligencia y le apesadumbraba observar que los hombres eran cada vez más tontos. “Nos hemos acostumbrado a vivir”, escribe Gorki, “con la esperanza de que haga buen tiempo, de una buena cosecha, de un romance agradable, la esperanza de hacernos ricos o de obtener el puesto de comisario de policía, en cambio nunca he notado en la gente la esperanza de hacerse más inteligente”.

2 comentarios:

  1. Veo que el frío siberiano que nos anuncian las noticias ha despertado este invierno la nostalgia por el país de los bosques nevados...El diálogo y trato constante con estos grandes hombres de la literatura rusa, aun siendo tres escritores muy distintos entre sí, fue sin duda tan enriquecedor para Gorki como para poder escribir este valioso libro de "Memorabilia"... en el que no es el realismo socialista lo que más brilla precisamente, sino la personalidad irreductible y libre del individuo, que además es escritor.
    Qué hermoso es que el trato estrecho despierte sentimentos que vayan más allá de la emulación literaria, una auténtica amistad "paribus officiis ac voluntatibus", y por eso Gorki puede verter lágrimas por Tolstoi. Quién diría que una sociedad en descomposición al borde de la revolución y la guerra alumbraría genios tan grandes como Andreiev, Chejov o Tolstoi. Y el propio Gorki. ¿El propio Gorki? No sé, quizá Gorki pertenece ya a otro mundo. La temprana muerte de Andreiev aparta a este autor decidivamente de la Revolución, mientras que a ella se lanza Gorki, que se proclama ya escritor soviético. La literatura bajo la hoz y el martillo abre un nuevo capítulo.

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  2. Al margen de las ideas socialistas que aletean en Gorki, se advierte en este escritor una humanidad enriquecedora que podemos observar en el amor con que describe a Tolstoi, Chejov y Andreiev.
    Saludos. Notorius.

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