sábado, 31 de marzo de 2012

Elias Canetti

Fiesta bajo las bombas es un libro autobiográfico publicado tras la muerte de Elias Canetti. Presenta aquí el autor nacido en Bulgaria sus recuerdos ingleses, una serie de notas y fragmentos que recogen su vida en Inglaterra desde 1939 hasta 1988, y que ofrecen sobre todo una imagen del país tal como era hacia mediados del siglo XX. A falta del retoque final de Canetti el texto presenta un carácter irregular, inacabado, con anotaciones dispersas de diferentes épocas que, en ocasiones, se solapan.
En Fiesta bajo las bombas, Canetti describe diferentes tipos ingleses a los que conoció durante su estancia en Inglaterra, desde el barrendero hasta el aristócrata, haciendo hincapié especialmente en intelectuales, artistas y escritores. Se comporta como un observador atento del comportamiento humano, como un oyente receptivo. En sus descripciones, se detiene en pequeños detalles tales como la risa de macho cabrío de Bertrand Russell, el tartamudeo de Aymer Maxwell, la soberbia de Arthur Waley, la fragilidad de Franz Steiner o la voz melosa de Geoffrey Pyke. Canetti no hace distingos sociales en sus amistades, hasta el punto de que es la muerte de un barrendero de Chesham Bois la que más despierta su emoción. No se hace referencia a la vida cotidiana. En ningún momento se detiene en las posibles penalidades que pasó para poder sobrevivir en Inglaterra. Tampoco son frecuentes las alusiones a su esposa Veda. El campo privado queda en este sentido vedado al lector.
La imagen que ofrece Canetti de Inglaterra está llena de contradicciones. Inglaterra es el país de acogida, pero también es el país en que se marcan las distancias sociales. Entre los defectos que atesora la población inglesa sin duda alguna el más evidente es la soberbia. Con una cierta manía personal, Canetti identifica este defecto especialmente con la figura del poeta T. S. Eliot. El odio a Inglaterra es el odio a Eliot. Canetti siente en Inglaterra la humillación de no ser nadie o, lo que es lo mismo, el silencio del desprecio. Y esto se advierte plenamente en una institución típicamente británica, la party o fiesta. En los años que vivió en Inglaterra, Canetti asistió a una enorme cantidad de fiestas. En todas ellas aprecia el mismo sentido de la discreción y el distanciamiento. Los integrantes de una party no pueden rozarse, no pueden tocarse. Son personas, además, diferenciadas por castas de diferente nivel. Es el signo de distinción de una fiesta. El distanciamiento genera una actitud cortés, pero fría, ante el extranjero. “El que no viene de ninguna parte”, escribe Canetti, “es decir de ninguna parte de Inglaterra, no existe”. No debe resultarnos extraño, por tanto, el sentimiento de soledad que debió experimentar Canetti en Inglaterra.
Obsesionado por el poder, Canetti repite varias veces que Masa y poder es la misión de su vida. Su interés por la Inglaterra antigua y tradicional es un interés por las personas que han ejercido el poder mundial durante mucho tiempo. No faltan tampoco las críticas al poder de los ingleses, expresado en la “pequeña” guerra de las Malvinas, esa “tardía pieza satírica del Imperio”, como la denomina Canetti. Y es que el escritor búlgaro aborrece la Inglaterra de los años ochenta. Margaret Thatcher es ridiculizada, reducida despectivamente al título de institutriz, un “ídolo de la época de vendedores de esclavos”, “la predicadora del egoísmo”. En este sentido, Canetti establece un gran contraste entre la Inglaterra que se va a pique tras los nefastos años ochenta y el país surgido de la segunda guerra mundial. La mayor parte de Fiesta bajo las bombas se centra precisamente en los recuerdos de la guerra y la posguerra. Deliciosos son los recuerdos de los tiempos de guerra, vinculados a la campiña, donde Canetti se instala con su mujer, abandonando Londres. El escritor enaltece el arrojo y el valor de los ingleses durante los bombardeos de aquellos años, y recuerda la mezcla de excitación y frialdad que sentía ante el espectáculo de los aviones sobrevolando el cielo.
En definitiva, Canetti se manifiesta en Fiesta bajo las bombas como un hombre atento, siempre dispuesto a aprender. Conocedor extraordinario de los mitos, venera las antiguas historias de forma inocente, libre de cualquier interpretación. Pese a las críticas a la sociedad inglesa de su tiempo, admira el sistema parlamentario inglés. Emocionado en sus visitas al cementerio de Hampstead, se siente allí “libre de toda opresión y más justo de lo que era en la vida cotidiana”. Agradecido, reconoce haber aprendido de su padre el fundamento moral de su vida. Generoso, regala su tiempo a todos como un oyente atento. “Las horas que pasé con cualquiera que me hablara de sí mismo me abrieron horizontes y me hicieron feliz”, dice Canetti, “porque así me ha sido dado, no permanecer reducido a mí mismo, y creo que eso es la dicha verdadera”. Invadido por la tristeza, Canetti se deja arrastrar por la melancolía del recuerdo. De esa melancolía brota este brillante y póstumo libro de Canetti, Fiesta bajo las bombas.