martes, 30 de mayo de 2017

En vísperas

En vísperas, novela publicada en 1860, parece prolongar ciertos aspectos sugeridos por Turgueniev en Primer amor. El desprendimiento puro de los amantes es relatado de forma cercana, siguiendo todo el proceso que conduce al sacrificio final de la heroína, Yelena Stahova. El escritor desvela aquí en primer término, de forma explícita, los sentimientos de los amantes, se involucra en la apasionada historia de Yelena e Insarov, pero lo hace de forma suave y paulatina. El inicio de la novela, no obstante, es como un remanso de paz que muestra como son los personajes de la novela, los jóvenes que rodean a la heroína, que acechan a Yelena porque andan enamorados de ella. Bersenev y Shubin son dos típicos representantes de la juventud rusa, jóvenes talentosos -intelectual y artista respectivamente- con buenas intenciones, pero adocenados, sin ninguna capacidad para la acción. Esto es así porque en Rusia no hay verdaderos hombres en el sentido en que lo entiende Turgueniev. Por eso el país no puede experimentar ningún cambio. Precisamente lo que espera Yelena es la llegada de algo diferente que dé un vuelco a su vida anodina. Todos los elementos de la novela parecen contribuir a esa sensación de quietud, de estatismo, desde la familia de la heroína hasta el mismo paisaje que envuelve a los personajes, con la dacha y el río. En este ambiente, en donde parece que no se mueve nada, aparece la figura de Insarov, un joven estudiante búlgaro, obsesionado con la independencia de su país. A partir de ese momento, Turgueniev desvela el proceso de enamoramiento de la protagonista, emplea el recurso de un diario en primera persona en el que se desbrozan los sentimientos de Yelena. El final de ese proceso se certifica en una capilla donde coinciden los dos amantes, lo que concede un halo sagrado a la historia de los dos jóvenes.
            Turgueniev impulsa a sus jóvenes amantes a abandonar Rusia, a buscar una situación nueva en otros lugares alejados de la madre patria. En Venecia concluye la historia de amor y, al mismo tiempo, alcanza su plenitud. La culminación se produce en el teatro, mientras suena la Traviata de Verdi, que Turgueniev emplea como elemento de contraste, para exaltar la belleza. Es una suerte de apoteosis, que pone fin a una estancia en Venecia repleta de breves momentos de felicidad. La pureza y la ingenuidad del amor compartido explotan en la ciudad italiana, en medio de un entorno sublimado. La muerte de Insarov, presagiada a través de un sueño, acaba también con la vida de la heroína. “Todo ha terminado para mí” (p. 234), dice más o menos Yelena al morir Insarov, en la última carta que escribe a sus padres. 
            En vísperas es una historia sobre la pureza y el sacrificio, sobre la forma desprendida en que se manifiestan en la juventud. Turgueniev anda a la búsqueda de verdaderos hombres, capaces de cambiar el país, hombres como Insarov capaces de dar su vida por la patria. Por eso, no es aventurado señalar que el relato está salpicado de premoniciones. Es desolador, por lo demás, observar cómo la vida de Yelena se acaba al mismo tiempo que la de Insarov. Da la impresión de que Turgueniev quiere ir hasta el final en esta historia de amor y muerte entrelazados. La vida nos ofrece tan poco que el destino de los dos amantes nos conmueve. Apenas unos instantes de felicidad quedarán como rescoldos de una infinita belleza.



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