domingo, 27 de septiembre de 2009

La juventud domesticada



El libro de David P. Montesinos, La juventud domesticada (Popular, 2007), trata de explicar, según se lee en las primeras páginas del ensayo, “… la paradoja de que las categorías de lo juvenil hayan impregnado como valor afirmante dominios que van mucho más allá de la moda o el pop, al tiempo que los jóvenes han visto misteriosamente desactivado su poder transformador”. A partir de este supuesto previo, Montesinos describe un cuadro que, partiendo del análisis de la situación y la formación de los jóvenes en la escuela, la familia y la sociedad, llega hasta los entresijos de la acción política –o económica más bien- para realizar a fin de cuentas una crítica de la política neoliberal triunfante en nuestros días. “La conclusión es que a mayor implantación del modelo neoliberal”, escribe el autor, “más brecha entre clases sociales, menos poder institucional para contrapesar mediante la asistencia los nuevos desarreglos, menos capacidad de respuesta política y, en suma, mayor déficit democrático”. Puede parecer velada, en ocasiones, esta crítica al neoliberalismo, pero palpita entrelíneas, en cada una de las páginas del libro. Por eso el autor se lamenta tan a menudo de los efectos perniciosos que está engendrando la despolitización entre los jóvenes, la falta de una actitud política coherente que permita la acción social, la empresa colectiva. La cuestión política –podríamos llamarla así- está, pues, en el corazón del libro y abraza de forma general, tal como se ha mencionado arriba, la crítica al modelo neoliberal. Resulta, pues, evidente que Montesinos no podía obviar un tema fundamental de nuestro tiempo, la crisis de la democracia, que, con toda lógica, considera una crisis histórica y que relaciona con otras cuestiones tales como el aterrador individualismo de nuestros días y la debilidad de cualquier asociacionismo político o social. No es casualidad por tanto que el autor hable de revolución siempre en términos políticos, definiéndola como una especie de legado de la izquierda pequeño-burguesa forjado “hacia mitad del siglo XX” y bloqueado -fatalmente- en la actualidad.
Hay en el libro, en ocasiones, cierta tendencia a la generalización al tratar de sintetizar brevemente temas que necesitan un mayor desarrollo, lo cual conduce en ocasiones a interpretaciones arriesgadas. Montesinos considera un lugar común, sin ir más lejos, hablar en términos negativos de la era victoriana cuando se tratan cuestiones como la educación, la moral y la sociedad en general; relaciona el concepto de Bildung -una idea que entronca con la tradición germana de la educación del ser humano y con la paideia griega- y la Formación Nacional-Socialista; atribuye a mayo del 68 los modelos de resistencia ciudadana que hoy tenemos, estableciendo una relación con elementos tan dispares como el feminismo o la resistencia antifranquista; realiza afirmaciones sorprendentes, como cuando escribe que el proyecto hegeliano “es supuestamente el de la modernidad occidental”; y habla de la pérdida actual de la capacidad para contar historias en el cine, sobre todo americano -un hecho indudable e incontestable-, sin remontarse a los años sesenta, al denominado erróneamente “cine moderno”, en donde determinadas películas de J. L. Godard y M. Antonioni ya sugieren la cuestión de la incapacidad para narrar historias al estilo tradicional. Esta ocasional tendencia a la generalización no impide que Montesinos desarrolle determinados temas con una claridad meridiana y complete acertados análisis, como cuando plantea la transformación que se ha operado en el concepto de familia tradicional en los últimos años, o al explicar que el problema de nuestro tiempo es antropológico, de falta de referentes, o en el estudio de los Nuevos Movimientos Sociales, o al comparar mayo del 68 (que no era estricta ni exclusivamente una cuestión política, es decir, una cuestión de poder) y la revolución de Praga, o al contrastar las diferencias entre la familia anglosajona y la familia mediterránea, más cohesionada, o al esbozar determinadas reflexiones sobre aspectos sociales que le llevan a la conclusión de que, efectivamente, “la sociedad se ha feminizado”, o al matizar con minuciosidad las condiciones de la escuela en la sociedad actual, atreviéndose a sugerir que sigue funcionando como una fábrica, o al afirmar, con una rotundidad absoluta, que los actuales centros de secundaria están “dominados por la indiferencia, el aburrimiento y la irresponsabilidad”, o al definir nuestro entorno como “un mundo macdonalizado donde todo se quiere rápido y fácil”, o al poner en duda que la juventud sea el sujeto revolucionario que creyó la contracultura. Estos acertados análisis tienen su correlato en la descripción que ofrece el autor de la falta de transparencia de lo público en la sociedad actual. Se nos escamotea la esfera de lo público, mientras se convierte en espectáculo la vida privada, en un acto de intencionado engaño.


Al concluir la lectura de La juventud domesticada, el primer libro de Montesinos, se tiene la sensación de que la amplitud de miras del autor ha sido enorme y va mucho más allá de lo que, aparentemente, el título del ensayo puede sugerir en un principio. El resultado final es un trabajo sugerente, hermoso (emocionante cuando nos habla de los problemas de la infancia y nos recuerda que “millones y millones de niños –podrían llenar países enormes- padecen malnutrición, explotación, malos tratos, prostitución, participan en conflictos armados y no asisten a la escuela”), que, desde la humildad de sus páginas, nos obliga e incita a la reflexión y eso es algo que es de agradecer en estos tiempos de penuria intelectual.

19 comentarios:

  1. Es muy interesante lo que se plantea aquí.
    Incluso admitiendo la tedencia a la generalización, hay elementos que convierten al libro en un documento histórico.

    Quizá también convenga recordar aquí otro libro sobre la juventud, convertido hoy día asimismo en documento histórico: "Los jóvenes bárbaros" de M.Eliade (pre-textos 1998)
    En relación con el hedonismo social y la narcotización de los jóvenes y su funesto efecto sobre la libertad creadora (o sobre la libertad, sin más) se puede dejar que Eliade tome la palabra:

    "Están intentando relegar al olvido la realidad de la muerte...Esto es muy grave. Si el hombre olvida del todo la existencia de la muerte, la existencia de un final, nos arriesgamos a volver a los monos.La explicación es muy simple: el mayor acicate para el hombre activo, para el hombre creador, es la idea de que un ía todo acabará, que tendrá un final y un descanso definitivo"

    Eliade advierte sombríamente de una juventud "cínica, salvaje, cruel" que se ensoñeará de Europa.

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  2. Hola, Pedro.

    Esta semana leeré Beatriz Cenci, una historia romana.
    Ya te contaré, bueno, lo contaré, pues la comentaré en Acantilados de papel, en VMPress.
    Saludos

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  3. No tengo más remedio que ser absolutamente agradecido con el texto que Pedro Amorós dedica a mi ensayo, publicado hace ahora casi tres años por la madrileña Editorial Popular, admirable empresa que se arriesgó en su momento a editar a un autor completamente desconocido. Sugiero a tus lectores y amigos, querido Pedro, la visita a su web, pues tiene trabajos sobre sociología o educación francamente interesantes, siempre con una mirada de sospecha hacia los dogmas sagrados del neoliberalismo y las nuevas formas de dominio.

    Me consta que tu crítica al libro proviene de una lectura minuciosa y meditada, y reconozco en su contenido tanto los elogios como las matizaciones. Suscribo la mayor: es posible que la amplitud de temas que trato de abordar supere por momentos los límites del tema propuesto, no tanto porque no se sugieran a partir de él, como porque todos esos aspectos a los que tú aludes requerirían por separado un tratamiento más denso y riguroso.

    Quiero añadir una única reflexión a todo lo que aportas. El texto está atravesado por una idea-fuerza que no se presenta explícitamente en el título, pero que -acaso al modo de una intuición- está presente a lo largo del ensayo: la de la quiebra del principio de herencia. Si enculturación supone transmisión tanto de valores como de conocimientos, transmisión por tanto de un legado tanto espiritual como material, diríamos que su lógica ha entrado en nuestro tiempo secretamente en situación de incertidumbre. Lo que intento decir es que ya no sabemos si hay relevo, no sabemos si tenemos la voluntad de ser relevados ni si los jóvenes asumen que dejarán de ser hijos y habrán de convertirse en padres. Como Hal en Enrique IV, parecen haberse confortado en el adolescentrismo en que les hemos instruido, de tal manera que han perdido de vista la necesidad de configurarse como sujetos adultos y responsables, obligados éticamente a tomar la herencia que les corresponde y construir con ella un mundo digno. La hipótesis puede parecer arriesgada y contiene -lo sé- cierto valor de metáfora, pero creo que es la metáfora lo que mejor expresa un espíritu del tiempo donde las cosas parecen transcurrir con normalidad sistémica en en orden burocrático, pero pueden estar deslizándose ocultamente hacia la catástrofe a poco que observemos atentamente ciertos signos que nos encontramos en las escuelas, en los botellones, en los media, en los nuevos órdenes amorosos...

    Gracias a ti y también a Vegecio por otorgarle trascendencia a lo que en su momento me supuso un enorme esfuerzo.

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  4. Estuve en la presentación de "La juventud domesticada" y leí el libro en su día. Como le dije al autor, me pareció un libro extraordinariamente sugerente. Sugerente porque, como muy bien dices, esboza algunas teorías arriesgadas y toca algunos temas sobre lo que no existe acuerdo. Y extraordinariamente porque, como muy bien dices, Pedro, el número de temas abordados es muy elevado. Como le dije al autor en su día, su análisis de la juventud es eminentemente sociólogico, pero trata temas y autores procedentes de disciplinas muy variadas: economía, historía, filosofía, antropología. Eso tiene su parte buena en lo que al acabado del libro y a la riqueza de matices se refiere, pero también tiene su parte menos buena, sobre todo para el lector menos "académico" o erudito, menos puesto en estos cambios de registro.

    En líneas generales, fue un libro con cuya lectura disfrute mucho. De hecho, creo haber regalado varios ejemplares hasta la fecha, siempre a profesores universitarios que han estudiado el tema. Comparto con el autor el interés por temas como la historia y el funcionamiento del McDonald's o el análisis de la serie Los Simpson. Aunque de forma muy superficial, esos y otros temas han estado de alguna forma presentes en los textos que he escrito sobre los Estados Unidos.

    Otra herencia de la lectura del libro ha sido mi (re)descubrimiento de Baudrillard, un autor al que conocía de oídas, pero al que he empezado a leer con mucho más interés ahora.

    Coincido plenamente con la tesis plasmada en esa primera cita que copia Pedro: esa paradoja que afecta a "lo juvenil" como símbolo y que, en algunos aspectos, yo extendería incluso a la izquierda política, en el sentido más ortodoxo y revolucionario. Hace unos meses escribí una reseña sobre "En la carretera" de Keroauc en la que trataba todo esto y en la que se puede apreciar un eco del libro de Montesinos.

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  5. Me alegra ver a Paco Fuster en el foro. La emperatriz Atenais y cierto Gregorovius le mandan saludos cariñosos.

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  6. (los que también visiten su foro sabrá quienes son estos Atenais y Gregorovius)

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  7. ¡Hombre, Vegecio! ¡Atenais y Gregorovius!

    No conozco personalmente al autor de este blog, pero me une una gran amistad con el autor del libro reseñado. Como le dije ayer a Montesinos, al entrar en el blog y leer el breve CV de Pedro Amorós he empezando a atar cabos sobre una hipotética conexión murciana. Historia Antigua en Murcia, SEEC, Antigüedad y Cristianismo, etc; no creo que haya tanta gente en Murcia que coincida en todo eso. No he querido decir nada por no meter la pata, pero veo que la conexión existe.

    PS para Vegecio: Si eres quien todo apunta que eres, espero que haya llegado ya por Murcia la carta que te envié hace unos días. Un abrazo.

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  8. Soy quien crees que soy (en la medida en tal cosa es posible en estos tiempos que ya no son tanto postmodernos como hipercibernéticos).

    He estado fuera con una excavación arqueológica, de manera que no he abierto el correo aún, pero si la carta está allí, la veré mañana. Tenía pensado ir a Valencia, de momento tengo que retrasar el viaje por algunos imprevistos, pero siempre estoy deseando volver. Aquí también estás invitado.

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  9. Espero que me sumen a la invitación, si es que los filósofos no somos mal recibidos.

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  10. ¡Los filósofos son igualmente bien recibidos, por supuesto! Podemos incluso organizar algo, alguna pequeña excursión por ejemplo (podría hacer de cicerone sin problemas). E incluso se me ocurre que podríamos organizar algo más académico, como unas conferencias o seminarios. Ya lo hablaríamos.

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  11. A Paco Fuster
    Tu carta ha llegado, ¡muchas gracias!

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  12. Alejandro Lillo01 octubre, 2009

    Saludos, señor Amorós. Me gusta su blog y lo seguiré siempre que pueda. La reseña/crítica que hace del libro de David P. Montesinos es muy buena. Lleva usted rázón con lo del la ambición del filósofo. Lo de las generalizaciones, qué quiere que le diga, que me parecen una bendición, ojalá todas fueran así. Por lo demás mi ejemplar está lleno de interrogaciones, exclamaciones y acotaciones varias. Mucho me ha hecho que pensar y mucho me ha ayudado ese libro, ¿aunque sabe lo que destacaría de la "Juventud domesticada"? Su prosa. Clara como pocas, y eso que trata temas complejos. Su reseña, desde luego, también es magnífica. Enhorabuena.

    Saludos, Alejandro Lillo.

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  13. Tenemos que dar nuestro apoyo a aquellos, como es el caso de David P. Montesinos, que se aventuran no sin enorme esfuerzo en este tipo de empresas, dotados de claridad expositiva,y que nos invitan a la reflexión sobre la sociedad, y a aquellos otros, como el caso de Amorós, que tienen a bien reseñar tales empresas aportando nuevas luces.

    Saludos.
    José Luis Cervera

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  14. Recibido, amigo Vegecio. Nos vemos por Valencia en tu próxima visita. Un abrazo.

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  15. Veo que la sombra de Montesinos es alargada. El libro bien lo merece. Querido David, tienes razón al recalcar que el tema de la "herencia" recorre todo el libro. En último término, esta idea desapareció de la revisión final que hice del comentario de "La juventud domesticada". Cosas que pasan. De igual modo, también desapareció el tema del postmodernismo y la influencia de Baudrillard en el autor. Me quedo atónito ante las conexiones que genera el azar. Murcia y Valencia entrelazadas. Vegecio y Notorius en Murcia. Montesinos y Fuster en Valencia. Esto merece un encuentro en las alturas, organizar, como dice Vegecio, algún tipo de actividad. Coincido con Alejandro Lillo y José Luis Cervera en que la prosa de Montesinos es magnífica. Doy gracias a Francisco Javier Illán por atreverse con la lectura de mi último libro, "Beatriz Cenci, una historia romana".
    Saludos, Notorius.

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  16. A favor del encuentro en las alturas.

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  17. Ayer justamente estuve tomando un café con Paco Fuster junto a la Facultad de Historia de Valencia y me estuvo hablando del amigo Vegecio. Como dice Pedro, es tiempo de coincidencias y azares. Por cierto, el amigo Alejandro Lillo, habitual de la tertulia internáutica del blog de Justo Serna regenta una librería en Valencia, muy cerca de las facultades de Blasco Ibáñez... No debéis dejar de conocerla caso de venir a Valencia porque es raro un librero con tanto amor vocacional a la mercancía que vende.

    Gracias por tu amistad, Pedro.

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  18. "Nos invita a la reflexión" dices en tu artículo. Está bien. Pero ante lo que plantea, la reflexión es diletancia de rumiantes. A lo que invita -o debería- es a la acción.
    Tengo clase.
    Hablaremos más despacio.

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