domingo, 15 de noviembre de 2009

Estamos todos bem

Una mujer toma café en la cocina mientras siente “na boca do estômago a bílis ácida da separaçâo”. Piensa en la despedida de su marido y le vienen a la memoria el Réquiem de Mozart y la Novena Sinfonía de Beethoven. Así se inicia Estamos todos bem, la sugerente y, en ocasiones, desconcertante -por la variedad de registros que maneja- novela de la escritora brasileña Vera Helena Rossi. Estamos todos bem cuenta el proceso de degradación mental de una aspirante a escritora, los diferentes caminos –el azar, las circunstancias adversas- que la conducen a la locura (no es casualidad que la palabra “louca” se repita con frecuencia en la parte final del relato). La protagonista –inolvidable por otra parte- de la historia es Clara Pereira, una joven escritora de 33 años (una cifra mágica y simbólica que tiene resonancias religiosas tal como se pone en evidencia en el tramo final de la narración, cuando el proceso de degeneración mental de Clara resulta imparable) que, abandonada por su marido, lleva una patética vida. Solitaria, soñadora, obsesionada por la belleza de las palabras y de las cosas, Clara es una romántica que adora la filosofía y escribe en sus ratos libres un Livro de Anotaçôes Inúteis, una especie de diario sobre la soledad y la infelicidad -trasunto emocional de la situación que vive la protagonista y cuyo personaje principal es la homérica Penélope-, en el que se entremezclan curiosas definiciones lingüísticas en una suerte de “diccionario fragmentado”. Dotada de un profundo humanismo que nadie comprende, Clara es capaz de tener lástima incluso por una vieja cliente analfabeta con aires de grandeza. Siente piedad por esa mujer del mismo modo que sufre al contemplar a los mendigos en la calle, se compadece del sufrimiento de la gente hasta llegar a culparse de la miseria de los otros. Sueña, en definitiva, con un mundo en donde los seres humanos se entrelazan las manos en señal de amistad y concordia. Sin embargo, todas las personas y las cosas resultan adversas a la protagonista y contribuyen al proceso de degradación física y moral que experimenta, de tal modo que, mientras Clara tiene compasión de “los otros”, el mundo que le rodea se presenta casi como hostil, lleno de “amenazas” y de infidelidades. Su marido, Lisandro, es un profesor universitario con continuas aventuras fuera del matrimonio; Alfredo Kanitz, amigo de Clara, es en realidad un músico frustrado, un fracasado que sólo alcanza el éxito literario con las notas escritas en un blog titulado Cartas íntimas do senhor K, “uma cópia mal feita dos livros quase queimados de Kafka”, “um livrinho plagiado”, un texto copiado del Livro de Anotaçôes Inúteis de Clara; y para rematar el juego de infidelidades, Ludmila, su hermana, se convierte en amante de Alfredo Kanitz. Es un mundo carente de compasión y comprensión hacia los demás y, lógicamente, Clara se siente aislada. En este sentido, la metáfora de las hormigas devorando el azucarero en la mesa de la cocina al inicio del relato expresa de forma maravillosa la sensación de caos que poco a poco se adueña de la protagonista. Agostada por los sueños, los recuerdos (las fotos escondidas en una caja de zapatos, la afición a la música) y las decepciones de la infancia (Papá Noel, el desengaño amoroso con el muchacho más bello de la escuela, Roberto Dib), asfixiada por la situación que le rodea, incapaz de hacer frente a las desventuras de su vida, Clara se refugia en la ficción (el libro que escribe, el serial televisivo que devora compulsivamente), se deja arrastrar en una especie de vorágine, se emborracha continuamente, tiene aventuras amorosas con extraños, se siente, en suma, cansada y envejecida. Arruinada física y moralmente, la idea de suicidio planea por su cabeza. Comportándose como una visionaria con una “misión” religiosa (no olvidemos que la protagonista tiene treinta y tres años), Clara pretende “parir uma coisa maravilhosa, divina” mientras unas voces, que recuerdan el daimon socrático, no dejan de resonar en su cabeza acompañando sus decisiones. Y al llegar a este punto y recordar el final de la escritora Clara Pereira, encerrada en un manicomio (contemplando el final del serial televisivo que tanto le obsesiona y conviviendo imaginariamente con algunos de las personajes de su historia personal) me viene a la memoria el destino aciago de mi admirado Robert Walser, el paseante solitario.
Toda la novela está contada desde la mirada de Clara sobre “los otros”, sobre los individuos que conforman su vida. Esta indagación sobre “los otros” (para evitar hablar de sí misma entre otras cosas, de un posible sentimiento de inferioridad que arrastra desde pequeña) es una constante en la narración: “Indagaria sobre a professora de inglês”, piensa Clara, “os discos, as aulas de literatura, ou sobre alguém ausente, para quem nâo precisasse justificar a hesitaçao em falar de si”. Además, Clara Pereira está continuamente mintiendo, pero también inventando. Cuando se encuentra con una antigua compañera de colegio, Cristina Alcántara, exclama con cierto nerviosismo (precisamente porque se encuentra francamente mal): “Estou muito bem, graças a Deus¡”. Y añade, por si fuera poco, que tiene una hija llamada Bárbara. La antigua compañera de Clara también está bien, ¡cómo no¡, estamos todos bem. En realidad todos los personajes de la novela, que conforman el mundo de Clara, parecen estar perfectamente bien, tienen resortes para acreditar su bienestar y su superioridad. Insisto, no obstante, en que “la superioridad” de la protagonista –la única forma que tiene de encontrarse bien- se basa en su capacidad de reinventarse continuamente: “já a minha superioridade, querida S”, piensa Clara al ver a Cristina Alcántara, “está na capacidade de me reinventar todos os dias”. Esta idea nos conduce directamente a uno de los temas que vertebran la novela: el problema de la identidad. Clara oculta con frecuencia su identidad. A veces se hace pasar por Penélope, el personaje principal de su Livro de Anotaçôes Inúteis, mientras que en otras ocasiones se convierte en Bárbara, personaje ficticio de un serial televisivo. Este continuo juego de identidades (como “máscaras de carnaval” se dice en el texto) es un fiel reflejo del caos en que se ha convertido la vida de Clara, hasta que llega un momento en que confunde la realidad con la ficción. Esta manifiesta complejidad de la novela, con el continuo trasvase entre realidad y ficción, se pone en evidencia claramente con el desdoblamiento de la historia de Clara Pereira en la ficción televisiva que obsesiona a la protagonista, de modo tal que la narración principal se detiene en ocasiones para mostrarnos las ridículas situaciones de una ópera de sabao, un serial televisivo en el que se reproduce –grosso modo- el argumento principal de la novela con un triángulo amoroso lleno de infidelidades. Y si la historia de Clara Pereira tiene un pálido reflejo –deformado- en la ficción, también el Livro de Anotaçôes Inúteis tiene una especie de réplica, simulacro, en el blog que escribe Alfredo Kanitz, Cartas íntimas do senhor K, en donde diserta sobre la perversidad, el sentimiento de culpa y el dolor, sin el cual no parece posible la felicidad. Hay, pues, un desdoblamiento tanto al nivel de la historia principal (acompañado a su vez de un manejo por completo diferente del lenguaje y de los diálogos) como al nivel de la literatura que están construyendo los personajes, a saber, un desdoblamiento de la realidad y de la ficción al mismo tiempo.

En definitiva, sorprende enormemente que, seleccionada para el Prêmio da Jovem Literatura Latino-americana en 2007, ninguna editorial brasileña se haya interesado todavía en la publicación de esta brillante novela. En un precioso pasaje de Estamos todos bem, Vera H. Rossi escribe casi a modo de presentación de la protagonista y de la historia lo siguiente: “Quero me apresentar a vocês com minhas lágrimas, meus sonhos, meus delírios, minhas risadas extranhas, e nâo apenas com meu nome”. Y luego continúa: “Tenho muito mais a oferecer do que simples fórmulas de felicidade”. Efectivamente, la primera novela de Vera Helena Rossi nos ofrece mucho más que sencillas recetas para la felicidad, nos regala un personaje extraordinario, “uma mentirosa, por excelència”, nos presenta una narración arriesgada que se encuentra tal como dice uno de los personajes del relato en “no esplendor de uma revoluçâo permanente da palabra”, nos deleita con una soñadora que se pregunta de forma inquisitiva “por que nunca encontrarei alguém igual a mim?”. Esta imposibilidad de encontrar a alguien semejante se traduce en un estallido de melancolía: “Quem sabe, um dia, paro de sonhar. Porém, enquanto o mar nâo seca, vivo. É este o pacto. Viver até que o mar se seque. Até là, continuo sonhando”. Y nosotros, con Clara Pereira, seguiremos soñando, hasta que el mar se seque.

11 comentarios:

  1. "Deme pastillas para no soñar", dice Sabina en una vieja canción. Hablas con frecuencia de libros que desconozco por completo. Ya que te veo, no sé si sabes que Landero saca libro. El último, "Hoy, Júpiter", me sobrecogió de principio a fin. También debo decirte que me ha pegado por leer a Coetzee, no sé si me interesa Sudáfrica últimamente por el carisma de Mandela, por algún reportaje de "Callejeros viajeros" en Cuatro sobre el laberinto social de Ciudad de El Cabo o porque se acerca el Mundial de Fútbol, que se disputa justamente en aquel país tan peculiar. En cualquier caso te recomiendo a este novelista.

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  2. Naturalmente no he leído la obra -aún- pero celebro haberla conocido mediante la reseña de Notorius, y deseo que se pueda encontar pronto en las librerías. Me parece una historia sobrecogedora de descenso a los infiernos y a la locura. Los límites difusos entre realidad y ficción, por tanto también entre literatura y realidad, y el problema de la identidad son ya preocupaciones habituales en nuestros días. Es importante el tratamiento de la culpa y la mentira, que no son entendidas como algo exclusivamente negativo, sino admitiendo su carácter imprescindible para la felicidad. La mentira, incluso, en tanto que fabulación, parece tener un valor literario expreso. Pero lo que me ha llamado la atención es que Clara Pereira parece una especie de Cristo contemporáneo, traicionada por todos, a sus treinta y tres años, incluso por sus más íntimos, como es el caso de Ludmila y Kanitz. Kanitz parece incluso el Judas de esta historia, falso discípulo/escritor y traidor. Parece que la resurección se encuentra en la literatura, en la música, y en el mundo de los sueños, en definitiva, en el repliegue interior, a resguardo de un mundo inmisericorde y agresor.

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  3. Saludos David Montesinos
    ¿Has leído ya Orillas Extrañas? Coetzee tiene , aparte de las novelas, bastantes obras de crítica y ensayo, pero ha unido todos estos géneros en su Diario de un Mal Año. El hombre en persona leyó parte de su obra en Murcia, lectura a la que asistió nuestro Notorius. Por cierto, este libro, Estamos Todos Bem parece interesantísimo, por lo leído diría que le interesaría a nuestro P.Fuster.

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  4. Se lo comentaré a Fuster, querido Vegecio. Y no, no lo he leído ¿lo tomaré como un consejo. Ahora mismo estoy con "Vida y época de Michael K". He de reconocer que mi primer acercamiento fue reciente y bastardo, el film que se hizo de "Desgracia". Sospeché que la culpa era de John Malkovitch porque el film estaba bien pero no era nada del otro mundo, pero no, creo que la literatura en que se inspira es lo realmente interesante.

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  5. Queridos Vegecio y Montesinos, oído cocina! Leeré con calma el post de Pedro y buscaré información sobre el libro.

    Aunque este próximo viernes voy a Barcelona a hablar de V.Woolf (lo tengo anunciado en mi blog) y aunque sigo muy en contacto con el tema de la historia de las mujeres, la tesis sobre Baroja y su novela me están absorbiendo todas las fuerzas y todo el tiempo. Tengo material fotopiado y libros comprados para estar leyendo dos años...

    Por otra parte, amigo Vegecio, aprovecho para comentarte un par de cosas: he visto el programa de las Jornadas de la Seec de Valencia que se celebran este jueves y viernes, y he visto que viene gente de Murcia (supongo que Pedro y tú las conoceréis; creo que son un par de profesoras).

    El otro tema es darte la enhorabuena por esa traducción de la biografía de Hildegarda de Bingen que ya he visto anunciada en la web de Herder. Cuando pueda respirar un poco (a ver si para estas Navidades), me hago con un ejemplar e intento deci algo en mi blog. Desconozco el contenido del volumen, pero desde luego, el personaje no puede ser más interesante.

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  6. Caro Notorius

    Agradeço-o por sua leitura aguçada e inteligente, com observações extremamente pertinentes. Qual minha alegria ao me deparar com comentários tão precisos, ainda que sobre uma novela escrita na língua portuguesa. Sinto-me honrada em tê-lo como resenhista de meus escritos. Vegecio, agradeço-o também por seus apontamentos que, de forma sutil, enriqueceram as possíveis análises do livro.

    Abraços a todos

    Vera Helena

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  7. TÔ louco para ler o livro da Vera. Gostaria de recebê-lopara resenhá-lo
    Era isso
    Abraços
    Silas
    www.portas-lapsos.zip.net

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  8. Gracias a ti, Vera Helena. Envidio la capacidad de fabulación y creación que tenéis los novelistas. Espero impaciente la posibilidad de leer el libro, deseo que se publique pronto.

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  9. Hola Paco
    Me alegra verte de nuevo por este blog, interesante el libro de Vera Helena, ¿verdad?

    La biografía de Hildegarda que has visto en Herder viene a reforzar la publicación de El Libro de las Obras Divinas por parte de la misma editorial. Últimamente Hildegarda está muy en boga, también Trotta ha traducido El Libro de las Visiones. Es una autora muy importante y muy interesante, pero ante todo una escritora religiosa magnífica. Digna hija de la época de San Bernardo, anticipa a veces algunas imágenes que encontraremos en Dante.
    Me alegraré de volver a verte pronto.
    José A.
    (alias Vegecio)

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  10. Lo mismo digo, José Antonio. Si que parece interesante el libro el libro de Vera Helana y estaré atento por si sale la traducción al castellano (aunque la verdad es me vendría bien practicar el portugués porque estoy coordinando un monográfico para una revista y debo traducir un artículo del portugués al castellano).

    Sigo en contacto con gente de tu Depto. (útlimamente me hecho amigo de otro murciano, Manolo Albaladejo, con quien como a menudo en la cafetería) y, por lo que me cuentan, la vida sigue igual. Esta semana tienen lo de la SEEC y me decía el otro día Manolo que también están preparando un Congreso para el año que viene (sobre los tejidos y esas historias del proyecto de Carmen).

    Sobre Hildegarda, esta misma tarde he hablado de esa biografía con una profesora. Estoy en un proyecto de investigación sobre la mujeres en la ESO y a ver si adivinas cuál es la única mujer presente en casi todas las asignaturas (historia, música, filosofía...): Hildegarda de Bingen. Toda la gente del proyecto están fascinados con ella. Esta tarde también me he acordado de Atenais (por cierto, se supone que en el próximo número de la revista de la SEEC que sale en diciembre pondrán la reseña que escribí; se supone). Me decía esta profesora que ha descubierto ahora la peripecia vital de la emperatriz Teodora y le fascinaba el que una mujer de clase media-baja se casase con el emperador y adquiriese ese poder; le he citado el caso de Atenais y hemos estado hablando.

    Pues eso, nos vemos pronto.

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  11. Coetzee, querido David, es un autor que leo desde hace algún tiempo y fue precisamente a raíz de "Desgracia", que me aconsejó mi hermano. En el libro de Vera Helena, las referencias cristinas actúan de forma implícta sobre todo en la parte final de la novela, pero me interesa sobre todo el empleo que hace Vera de la cultura griega. Al principio del relato se menciona a los filósofos clásicos, aunque más atrevido es el uso de las voces que persiguen a la protagonista y que me recuerdan el "daimon" socrático, y el "parto" de Clara Pereira me transporta a la idea del conocimiento como un parto, un alumbramiento, una idea tan socrático-platónica. Estaré al tanto, querido Fuster, de tu trabajo sobre Baroja porque promete según deduzco de algunas cosas que ya he leído en tu blog. Saludos. Notorius.

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