sábado, 29 de junio de 2019
Por Caridad
La segunda
novela de Mariaje López, Por Caridad (M.A.R.
Editor, 2018), tiene un claro tono autobiográfico que intensifica la aparente
ficción con los recuerdos que va desgranando la autora. De hecho, en las
precisiones previas a la novela, Mariaje López insiste en la veracidad del
relato, al menos en lo sustancial. Pero, en realidad, ¿de qué recuerdos y
vivencias estamos hablando? A modo de expiación, Mariaje López ha retornado a
su infancia, o mejor dicho, al momento en que de forma abrupta se acaba su
infancia. La muerte del adorado padre marca un antes y un después en la vida de
Caridad, la protagonista de la novela, porque en ese preciso instante la niña,
de ocho años de edad, ingresa en una especie de orfanato o reformatorio
regentado por la orden de las Hermanas de la Caridad Divina. La novela, en
este sentido, tiene un matizado tono realista, e incluso costumbrista, pues los
episodios que recuerda la autora en el orfanato, siempre relacionados con el
hambre y el sufrimiento, traducen el ambiente de la época que, aunque en ningún
momento se señala de forma explícita, anuncian el tardofranquismo.
Mariaje López ha querido, no obstante, iniciar la novela con una escena
de enfrentamiento directo entre la protagonista y una de las hermanas del
reformatorio, quizá para poner en evidencia de forma clara a través de la
narración la evolución del personaje, desde la inocencia de los felices días en
la casa familiar hasta la fortaleza de que hace gala tras cuatro años de
experiencias funestas en el orfanato. Es por eso por lo que, en cierta medida,
se puede considerar Por Caridad como
una novela de formación. La narración va avanzando al hilo de los recuerdos que
va entrelazando la autora y el perfume de los geranios, que es el olor de la
feliz infancia, da paso a una especie de negrura que lo abarca casi todo. El
orfanato se convierte para la protagonista en un espacio asfixiante que actúa
claramente como metáfora de una época y de una sociedad. A su vez, cada espacio
del orfanato cobra vida, desde el claustro hasta las habitaciones donde se
trabaja, pasando por el dormitorio, la capilla o el refectorio. En cada lugar
encuentra la autora un hueco para una historia, para un recuerdo. Todo pasa
bajo el matiz que perfila la memoria: el bordado, las letanías en la capilla,
los infames castigos, los ejercicios espirituales en Cuaresma, los bailes regionales, los regalos en
Navidad y, sobre todo, como una especie de tabla de salvación, la lectura en
voz alta de relatos por las tardes.
En algunos pasajes de la novela parece aflorar en la protagonista cierta
actitud de resentimiento, quizá hacia la madre, quizá hacia la vida misma, pero
sobre todo hacia las hermanas que regentan el reformatorio. No en vano se
advierte cómo el carácter de Caridad se va agriando y la autora, en un
ejercicio en donde se mezcla la ficción con la autobiografía, es consciente de
ello. Este resentimiento es un caldo de cultivo que conduce a una especie de
rebeldía ante lo que sucede, quizá como una forma de luchar contra la
resignación, la ausencia de expectativas y la falta de esperanza.
Por Caridad es, en definitiva,
un ejercicio de honestidad, que traduce una experiencia personal convirtiéndola en un acto de purificación.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario