martes, 31 de octubre de 2017

El velo pintado


En 1925, W. Somerset Maugham publica El velo pintado, una novela que goza enseguida de enorme popularidad, como casi todas las obras del escritor británico, y rápidamente es adaptada al cine. El velo pintado refleja con precisión los ambientes exóticos en los que se movió el escritor en los años veinte, su interés por la cultura de Oriente, pero también su obsesión por el viaje como elemento de formación, o dicho de otro modo, por el carácter iniciático de los viajes con su influencia en la trayectoria espiritual de los seres humanos. El punto de partida de la historia en El velo pintado es la infidelidad de una mujer, porque lo que realmente importa aquí es mostrar cómo la educación burguesa condiciona por entero –sobre todo a una mujer- la mentalidad y la actitud ante la vida. Con su particular sentido de la ironía y con no pocas dosis de cinismo, Somerset Maugham se interesa por describir las funestas consecuencias que puede tener una educación enfocada exclusivamente a la búsqueda de un buen matrimonio. Una joven inglesa, de familia aburguesada, Kitty Garstin, cuya educación en el Londres de la época elude cualquier dosis de sensibilidad e inteligencia, parece abocada a cometer imprudencias, más aún cuando se la saca del entorno familiar. La estancia en Hong-Kong hace estallar su matrimonio con el humanista y bondadoso Walter Fane, un doctor y bacteriólogo que al menos en ciertos aspectos puede recordar la figura del propio escritor. Somerset Maugham decide iniciar la novela mostrando la infidelidad de Kitty. Con un arranque narrativo tan fuerte el lector se siente atrapado desde el primer momento en la red de sentimientos que oscilan en el corazón de la protagonista. Más allá de las motivaciones de los diversos personajes, la novela se centra en la evolución espiritual de Kitty Garstin, mostrando hasta qué punto el viaje al interior de una China asolada por la peste puede transformar la mente y el espíritu de la joven. Para delimitar los vaivenes espirituales de la joven, Somerset Maugham se sirve de todos los elementos que rodean a la protagonista en un ambiente hostil, en una situación límite en donde la muerte parece que aletea por todos los rincones. El paisaje que parece envolverlo todo, el río cercano a la casa del doctor y a la ciudad, el convento donde las monjas ofrecen su vida de forma desinteresada y las historias que se cuentan sobre la bondad del marido de Kitty forjan en torno a la protagonista una tupida red que contribuye a perfilar el camino de purificación espiritual en el que parece embarcada la heroína. El final de ese camino viene determinado por la muerte de su marido, el doctor Walter Fane. El viaje toca a su fin. El regreso a Inglaterra, después de pasar por una nueva humillación en Hong-Kong, sirve a Somerset Maugham para mostrar las dificultades que entraña la regeneración, precisamente porque las carencias de la educación de las mujeres, la represión de los sentimientos, actúan como contrapeso cuando lo que realmente se anhela es la libertad, cuando lo que se necesita es compasión y cuando lo que se busca es un poco de dignidad.                       
 


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