viernes, 31 de agosto de 2018
Versos envenenados
El poeta
murciano F. J. Illán Vivas, conocido también por los diversos volúmenes de narrativa fantástica que configuran la serie
de La cólera de Nébulos, acaba de
publicar una novela que anda a medio camino entre la serie negra y el intimismo
que tanto gusta al poeta, y que le ha valido el reconocimiento como finalista
del VII Premio Wilkie Collins de novela negra. El sugerente título, Versos envenenados (M.A.R. Editor,
2018), pone en situación al lector pues la poesía se convierte en el elemento
referencial y vertebrador de toda la historia. No en vano, a lo largo de la
narración los protagonistas de la novela no cesan de dialogar a propósito de
los más variados poetas, desde Neruda hasta Luis Alberto de Cuenca pasando por
Zorilla y los principales poetas murcianos. La poesía, además, pone en
comunicación a los personajes, tiene un efecto balsámico, pero también puede
tener un efecto destructivo, como se pone en evidencia cuando se encuentran
retazos de la poesía de Luis Alberto de Cuenca entre la ropa de varios hombres
asesinados.
Dicho esto queda claro, en todo caso, que en Versos envenenados Illán Vivas ha pretendido contar una historia de
serie negra, pero no lo hace desde la perspectiva del inspector de
policía, Isco Vivas (nombre de resonancias autobiográficas, quien en sus gustos
parece reproducir ciertas manías del autor), ya que la narración gira
continuamente, como los meandros de un río, adoptando distintos puntos de
vista, con las aportaciones personales y las vivencias de cada uno de los
personajes de la novela, de tal modo que las piezas que componen el tapiz del
relato sólo cobran sentido al final de la narración, cuando el autor, en una
nota que sirve de coda, presenta la historia como el resultado de una serie de
charlas con el inspector –y sus colaboradores-, “la primera entrega” de lo que
se presagia como una colección contando las andanzas del inspector Isco Vivas.
Pero lejos de seguir la investigación a través de la mirada del protagonista,
aun a sabiendas de que se involucra personalmente en la trama, el autor cuenta
la historia desde diferentes ángulos, haciendo hincapié en la doble pasión
amorosa de una suerte de viuda negra, Carmen Delegido, primero con un arribista
que procede de una familia venida a menos dentro de la burguesía murciana y que
pretende medrar en una gran empresa, y luego con un vigilante nocturno, enfermo
y obsesionado con el suicidio, que acude a la Biblioteca pública de
Murcia a leer libros sobre medicamentos. Esta doble pasión amorosa tiene su
correspondencia en las sucesivas muertes de los dos amantes, en extrañas
circunstancias y ante la mirada llena de erotismo y sexualidad de la propia
protagonista. Amor, sexo y muerte están, por tanto, íntimamente entrelazados en
estas dos historias.
Pero más allá de este entramado de serie negra, trufado de giros y
sorpresas hasta el final y salpicado por ciertos acontecimientos que permiten
situar cronológicamente la historia -como la descripción del atentado
terrorista de Atocha en marzo de 2004 o la toma de poder por parte del gobierno
socialista de Zapatero-, el relato cobra fuerza en los pequeños detalles, allí
donde el poeta emerge en breves retazos, allí donde los perfumes, los olores,
el recuerdo de los cerezos en el valle del Jerte y el sabor de las cerezas
–comparado a los embriagadores labios de una mujer- sobrevuelan por encima de
la narración.
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Muy certera visión de la novela de Francisco Javier, gracias.
ResponderEliminarExcelente novela y excelente autor que recomiendo a todo aquel que quiera disfrutar con la trama sorprendente. Pedro Amorós nos anticipa, sin desvelar el misterio, en una magnífica reseña, el alma de Versos Envenenados.
ResponderEliminarQué voy a decir de"Versos envenenados", que me encantó y espero con impaciencia la continuación de esta saga, prometida por su autor y en la que creo que ya se halla inmerso, y para la poesía es su auténtica piedra de toque. Fuerte abrazo al novelista y al autor de tan excelente reseña.
ResponderEliminarMe alegro mucho del éxito de Paco con esta novela. Tuve el placer y el honor de ser de los primeros lectores, supongo, del manuscrito. Y ya le dije, como había apuntado Toñy, que la novela era buena.
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