1. José Antonio Molina ha reunido en La memoria de las sirenas (M.A.R Editor, 2022) una serie de ensayos que tienen como eje central, tal como sugiere el propio autor en el prefacio, la contemplación de la naturaleza y los misterios de la vida (de ahí la referencia a las sirenas en el título). Todos los escritos que Molina presenta en La memoria de las sirenas vienen propiciados por una idea que aparece por aquí y por allá a lo largo del libro: la sensación evidente de que se requiere de un tiempo diferente al de la vida cotidiana para poder contemplar las cosas con detenimiento, para determinar la belleza. Esta premisa articula todos los ensayos, porque el objetivo, en definitiva, es tratar de precisar qué grado de belleza se percibe en determinadas obras literarias, pero sobre todo en el mundo en que vivimos. No es casualidad, en este sentido, que Molina tienda a rematar sus artículos, en determinadas ocasiones, con una clara referencia a la decadencia moral que parece asolar a las sociedades modernas, algo que relaciona constantemente con la deificación de la tecnología y el progreso de la tiranía en todos los ámbitos. Por eso, a veces, encuentra en las obras literarias aquello que desea poner en evidencia. En Nathaniel Hawthorne, por ejemplo, vislumbra la mencionada divinización de la tecnología, que, precisamente, anticipa y define el mundo actual. Y si compara a Robur el conquistador, un personaje de Verne, con Prometeo, el héroe benefactor de la humanidad, presentado ahora como un forjador de armas, es porque se encuentra latente la obsesión por la “nueva fe basada en la tecnología”, que por supuesto contribuye a la decadencia de la civilización. Esta idea, que relaciona el progreso imparable de la tecnología con una especie de regresión moral, se desliza de continuo en los ensayos, porque el interés implícito del autor es resaltar el fracaso de la razón humana frente a la razón técnica y porque, además, como ocurre en el caso de 2001: una odisea del espacio, la película de Kubrick, siempre hay algo exterior que demuestra el fracaso del hombre y, afín de cuentas, ratifica su total dependencia. Esta obsesión con la irrupción de la tecnología como nueva entidad divina está estrechamente relacionada, en la mente del autor, con la desaparición del prodigio, de lo maravilloso en nuestras vidas. El interés que muestra Molina por lo demoníaco, por el misterio, por las bondades que proceden de la naturaleza, por lo primitivo y lo primordial, presente por ejemplo en las sagas mitológicas, evidencia la búsqueda personal de una nueva realidad. Y si el autor gusta de lo ancestral, de lo primitivo y arcaico, es porque en ese ámbito observa precisamente una mayor pureza moral. Por eso se detiene, por ejemplo, en un viaje de Dumas al Cáucaso. Por eso entiende la crisis de las civilizaciones como una crisis moral (sea el caso de la Atlántida o el de Sodoma y Gomorra) y por eso, también, se interesa por los escenarios apocalípticos, por las imágenes de desolación, como ocurre en la saga de El planeta de los simios o en La peste escarlata, de Jack London.
2. Interesado
profundamente en el humanismo renacentista y en el movimiento ilustrado, Molina
se hace eco de la lucha contra la intolerancia y el fanatismo religioso en
autores como Lessing o Voltaire, a través de obras como Nathan el sabio y
Zadig. Es una idea que reaparece aquí y allá en los ensayos, y que se
relaciona de forma clara con el papel que puede jugar la educación en la
política, pues precisamente el desprecio por la educación puede conducir a la
tiranía. Por eso, en los ensayos son constantes las referencias a los tiempos
actuales, a los embaucadores y tiranos de todos los tiempos. Así pues, si
Molina lee con devoción La tela de araña, de Joseph Roth, es porque,
entre otras cosas, anticipa los horrores del nazismo; si se detiene en Julio
excluido del reino de los cielos, de Erasmo de Rotterdam, es porque se
presenta al pontífice Julio II como un sátrapa; y si se interesa por La
novia de Corinto, de Goethe, es porque “es una voz que alerta contra la
dominación tiránica”, contra la intolerancia que en este caso
representa la Iglesia institucionalizada en su peor versión. Obsesionado con la
tiranía, Molina aprovecha cualquier oportunidad para cebarse con los asesinos
de la memoria y saca a colación, por ejemplo, el caso de Ana Frank o de las
jóvenes desaparecidas Rywka Lipszyc y Hélène Berr, cuya memoria perdura en los
diarios que escribieron. Y si se emociona, con especial énfasis, en el caso de
Marina Tsvietáieva, es porque tiende la memoria de forma nostálgica hacia una
edad perdida. Las interpretaciones del autor pueden dar la sensación de ser
arriesgadas, en ocasiones, porque los escritores o los personajes de los libros
siempre parecen anunciar algo, pero de lo que no cabe ninguna duda, en todo
caso, es de que el interés de Molina por una época, un autor o un libro siempre
está en estrecha relación con su visión del mundo y de la literatura: la
defensa de la memoria frente al olvido, el silencio y la obliteración.
3. La
preocupación y el interés manifiesto del autor por el decadentismo cultural,
cercano a la soledad y la locura, está relacionado con determinados temas,
recurrentes en los ensayos, como la escenificación metafórica de la muerte, que
es bien evidente en la visión del príncipe Bolkonsky, en su último sueño, con
la puerta abierta una vez cumplidos todos los designios aquí en la tierra, o en
la imagen de Larra, suicidándose frente al espejo, en un acto que el autor
define como estético y no exento de exhibicionismo. Las constantes referencias
clásicas y bíblicas, por lo demás, parecen enfatizar algo que sobrevuela en La
memoria de las sirenas: una especie de paradoja que se encuentra en el
desterrado Thomas Mann, a saber, la imposibilidad del aislamiento porque la
pasión humana siempre emerge, de una forma u otra, rompiendo el equilibrio
estético. Por eso, da la impresión de que Molina parece debatirse, como
escritor que duda, entre el aislamiento sugerido por la contemplación de la
naturaleza y la necesidad de hacer frente a los grandes problemas de nuestro
tiempo.
Magnífica reseña para un gran libro.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta bella recensión. Es agradable pensar que "La memoria de las sirenas" haya recibido una atención tan delicada y profunda.
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